El 2 de abril es una fecha histórica en Argentina que marcó el inicio de uno de los conflictos más significativos del siglo XX en el país: la Guerra de Malvinas.

Por Giuliana Caivano
El 2 de abril quedó marcado a fuego en la historia Argentina. Hace 43 años, cientos de jóvenes fueron enviados por la Junta Militar rumbo a las Islas Malvinas con el objetivo de recuperar la soberanía del país en dicho lugar emblemático.
En esta oportunidad, uno de los tantos héroes y vecino de Villa Luzuriaga, Daniel Marini, recordó en Almafuerte Noticias cómo fue el combate, el regreso al continente en la ciudad chubutense y la reinserción en la vida cotidiana.
Marini, quien regresó por primera vez a las Islas Malvinas al cumplirse el 25° aniversario del conflicto, donde según relató, en aquel momento pensó su misión estaba cumplida al estar en el cementerio junto a sus compañeros caídos.
Sin embargo, comprendió que aún quedaban asuntos por resolver, cuando en octubre de 2024, tuvo la oportunidad de volver junto con un grupo de 20 excombatientes matanceros, en un viaje de Honor y Memoria.
El excombatiente comenzó por recordar que en 1982 tenía 19 años y estaba en la unidad del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 10, ubicada en La Tablada. Su misión en Malvinas, añadió, era atravesar los combates finales y agregó: “A nosotros eso nos marcó de por vida”.
¿Cuál fue la situación más difícil que vivió durante el conflicto?
- Y… el estar, nuestra unidad estuvo más de sesenta días a la espera de lo que terminó siendo después del final, es decir, los combates finales, haciendo la resistencia para no permitir que los ingleses ingresaran al pueblo.
En mi unidad estuvimos el mayor tiempo en la reserva, evitando el ataque final o el ingreso de los ingleses al pueblo.
¿Y cómo se enteró del final de la guerra o, si se quiere, cómo lo vivió?
- Nosotros, al ayudar al repliegue del Regimiento 7 de Infantería y al resto de las unidades que se venían replegando, nos quedamos haciendo la última resistencia, el último combate ante ingleses al pueblo.
Cuando ingresamos al pueblo, los ingleses ya habían ingresado y ya había un cese al fuego Algo que siempre destaco o agrego, porque siempre se habla de rendición y la verdad, no conozco un solo soldado que se haya rendido.
Llegamos al pueblo con nuestro propio armamento y los ingleses también tenían su armamento. Estuvimos dos días compartiendo el pueblo, ingleses y argentinos con el armamento, porque no hubo una rendición, sino que hubo un cese al fuego con la promesa del retiro de tropas.

¿Cómo fue su vuelta a la Argentina después de Malvinas?
Daniel relató su regreso al país. Aquel 19 de junio de 1982, a tan solo cuatro días luego del cese de hostilidades, más de 4000 soldados de la Guerra de Malvinas llegaron a bordo del buque británico Canberra. Allí, en la ciudad de Puerto Madryn, los combatientes jamás olvidarán “el día en que Puerto Madryn se quedó sin pan”.
- Creo que Canberra fue el barco británico más veterano de guerra que trasladó de Malvinas a Puerto Madryn. Yo volví en ese famoso viaje, en esa fecha que está muy marcada como “el día en que Madryn se quedó sin pan”.
Cuando desembarcamos en Madryn, el pueblo salió a la calle y yo recuerdo como la gente del pueblo nos abrazaba, nos llevaba a su casa, y nos daban de comer. Por eso se le dijo así a ese día tan icónico para los veteranos, porque al bajar de los camiones, en vez de entrar al cuartel, la gente paraba los camiones en la calle para recibirnos.
¿Le costó el proceso de reinserción en su vida cotidiana?
- Llevó muchísimo tiempo. En mi caso particular, fui uno de los afortunados en conseguir trabajo rápidamente. En noviembre del ´82, ingresé a trabajar en la Municipalidad de La Matanza.
Pero la gran mayoría no tuvo la misma suerte y, tener trabajo hacía que de alguna manera, la contención sea diferente. Muchísimos veteranos la pasaron muy mal, todos la pasamos mal, pero imagínate llegar y no poder conseguir trabajo rápidamente, por insertarse en la sociedad, costó muchísimo.
¿Qué siente cada 2 de abril, cómo vive esta fecha?
No es fácil preguntarle a un veterano sobre qué recuerdos sigue despertando la fecha. Con el paso de los años, el excombatiente matancero afirmó que siguen despertándose en él emociones y reflexiones sobre lo vivido.
- Siento mucho orgullo de haber sido parte de esa gesta. Cada año que pasa, más duele, más se hace el pesar, porque en todo este trayecto, fui perdiendo compañeros, amigos. Hace muy poco perdí a mi compañero de carpa en Malvinas.
La memoria todavía está muy latente, las heridas siguen sangrando. Pero uno se trata de aferrar a la familia y a los amigos de la vida. Esos afectos hacen que sea un poquito más liviana la mochila.
¿Considera que la sociedad argentina recuerda y valora a los excombatientes como merecen?
- Cada vez más. De un tiempo a esta parte fue en aumento. Creo que también parte de eso tiene que ver con que nosotros salimos a contar lo que nos pasó. Estuvimos mucho tiempo sin hablar, cada uno con su historia. A todos nos costaba hablar y contar lo vivido.
A partir de que nosotros comenzáramos a contar lo que realmente sucedió, el mimo y el cariño de la gente es cada vez mayor. Lo sentimos así, son cosas como estas, por ejemplo, esta entrevista, la gente que nos preguntan, para nosotros es una caricia al alma, porque lo que nosotros hacemos es “malvinizar” permanentemente, por el reconocimiento de los 632 caídos que quedaron en las tierras y en el mar malvinero.
¿Qué mensaje le gustaría dejar a las nuevas generaciones sobre el significado de la guerra de Malvinas?
- Nosotros tratamos de dar a entender que las guerras, ninguna, no conducen a nada. A la juventud nos gusta decirle que en la medida que sea posible, siempre que se pueda esquivar un conflicto, el diálogo es la mejor opción.
Tengo gratitud para con el pueblo argentino, y quisiera decir: cada vez que vean a un veterano, abrácenlo, acompáñenlo. Lo que hicimos no fue en vano y, cada vez que estén cerca de un veterano, estarán honrando a aquellos 632 caídos que siguen presentes en la memoria del pueblo argentino.