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CROMAÑÓN 20 AÑOS: “Quisiera que ningún otro padre ande levantando una pancarta con la foto de su hijo reclamando justicia”

José Guzmán, padre de Lucas, víctima de Cromañón, brindó su relato de cómo fue aquella noche y el camino que transitó durante estos años pidiendo justicia y ahora llevando adelante una escuela de boxeo en homenaje a su hijo.

Por Giuliana Caivano

El 30 de diciembre de 2004, Argentina vivió una de las tragedias más desgarradoras de su historia reciente tras el incendio del boliche República Cromañón, que acabó con la vida de más de 194 personas.

La tragedia se desató cuando una bengala prendida por un fanático incendió el techo del lugar, cubierto por materiales inflamables. La humareda tóxica se expandió rápidamente, atrapando a cientos de personas en una sala que no estaba preparada para enfrentar una emergencia de esa magnitud. Las puertas de salida se encontraban cerradas y el caos se apoderó de un espacio en el que cada segundo se convertía en una lucha desesperada por sobrevivir.

A 20 años, el reclamo por justicia se escucha más fuerte que nunca, ante la impunidad y la falta de responsabilidad estatal.

Con el objetivo de mantener viva la memoria de las víctimas, estar junto a los sobrevivientes y sus familias, desde Almafuerte Noticias llevamos adelante esta serie de entrevistas.

José Guzmán, quien padece de una diabetes nerviosa motivo por el cual tuvieron que amputarle la pierna, nos detalló aquella noche que cambiaría por completo su vida y la de su familia

Sin embargo, sostuvo con énfasis que está muy fortalecido, por su familia y por todos los chicos que lo esperan en la Escuela de Boxeo Lucas Guzmán, ubicada en González Catán.

Allí, bajo el nombre de su hijo, José buscó resignificar la lucha, conversar con las nuevas generaciones y encontrarle un sentido a la terrible situación por la que tuvieron que pasar. Tal como apuntó José, la motivación más grande para él sucede cuando los chicos van a entrenar con una sonrisa, “la misma que tenía Lucas”.

En aquel entonces, el más chico de sus hijos era Lucas (18), Fabián (20), Diego (22), Gabriel (24) y su hija más grande Mariana, que fue criada por sus padres en Santiago del Estero.

Aquel 30 de diciembre sus 3 hijos, Lucas, Diego y Fabián iban a Cromañón para ver a Callejeros.

SU RELATO

“Luquitas era un rockero de ley, le encantaba el rock. Él era inseparable de sus hermanos, y uno de ellos, el tercero de mis hijos, tenía una bandita acá en la zona de González Catán, que había formado con un grupo de amigos, y empezaron a consolidarse de a poquito” comenzó. 

José explicó que él se identificaba más con el folclore, por ser de la región del norte, pero que le fascinaba que su hijo con los amigos vayan a su casa a preparar temas. Fue en ese momento cuando comenzó a gustarle el rock.

“Yo conocí el rock a través de mis hijos, y el rock se trata de eso, de agarrar las banderas y llenar un micro entre amigos, compañeros, vecinos, familiares, para ir a ver la banda que te gusta”. 

“Pero nunca jamás, ni siquiera soñando, no me hubiese imaginado nada de Cromañón, yo pensaba que se iban a ver a Callejeros así como se iban a Córdoba a ver La Renga, o a Santa Fe, cuando fueron a ver a Los Piojos”.

El relato continuó cuando esa tarde del 2004, sus 3 hijos y sus amigos se organizaron para ir a Once a despedir el año. Luego de una jornada laboral, al regresar a su casa, José alcanzó a distinguir las banderas de los chicos, que se iban con sus cánticos a Cromañón.

“Eran un grupo de más de 20 chicos. Lucas se apartó del grupo y fue a buscarme porque me quería saludar, porque lo lindo que tenían mis hijos era ese cariño brillante. Llegó al centro de la calle y me llama, me dice, ‘pa vení’, me abrazo con él, y me empezó a contar lo que había arreglado con su padrino para la cena de fin de año” recordó José.

Esa tarde quedó grabada para siempre en la memoria y en el corazón de ese padre que esperaba por el regreso de sus hijos después de ir a un recital. El recuerdo de José continuó cuando al despedirse de Lucas, le preguntó a qué hora pensaba que iba a volver.

“Él me respondió que a eso de las 2 de la madrugada estaría en casa. Yo caminé como tres metros desde donde nos despedimos y él también, pero me llama nuevamente y me dice: ‘pa’, ‘¿qué hijo?’ le dije yo, y me volvió a saludar: ‘chau papá’, tirándome besos”.

“Yo quedé más que sorprendido y hasta el día de hoy me pregunto por qué el doble saludo, eso quedó para siempre en mi recuerdo. Lucas se dio vuelta y siguió su camino para encontrarse con sus amigos”.

Si bien 3 de sus hijos iban para Cromañón, uno de ellos, Fabián, regresó tarde de su trabajo y no llegaba al horario del recital. Por lo tanto, fueron Lucas y Diego.

“Eran las nueve de la noche cuando Fabián volvió de la fábrica y llegó corriendo para irse al recital. Pero le dije que ya era tarde para que se vaya, que los chicos ya estaban adentro”.

Luego de la cena con su hijo, José estaba listo para ir a descansar, hasta que sonó el teléfono. Era su hijo Diego.

“Atendí y en ese interín escuché sonidos de sirena por el tubo del teléfono, era Diego. Me pedía hablar con mi hijo, yo lo notaba muy nervioso. Gabi atiende el teléfono, se pone en cuclillas y Diego le dice: lo perdimos a Lucas, se está incendiando Cromañón”.

En ese preciso instante, José salió desesperadamente a buscar a los demás padres de los chicos que habían ido con ellos.   

“Los padres, al igual que yo, ya estaban en su descanso hasta que los sorprendí por la ventana, golpeando desesperadamente. Se estaba prendiendo fuego el boliche donde estaban nuestros hijos”.

“Me subí a un remis con uno de mis hijos y otro de ellos se quedó por si llamaban por teléfono. Empezamos a recorrer hospitales, sanatorios, clínicas. A eso de las cuatro y media de la mañana, encontré a David (amigo de Lucas), en una unidad coronaria del Hospital Argerich. Pensé que si David estaba ahí, por lógica el resto de los chicos también”. 

El papá de Lucas, manifestó su profundo agradecimiento también hacia los médicos que trabajaron esa noche y que le permitieron abrir puerta por puerta de los pabellones, para que José, buscara entre los pacientes a su hijo.

Al no tener ninguna novedad, uno de los médicos le sugirió a José que se acerque a la morgue, lo cual fue un momento muy crítico para él. 

“No doctor, yo tengo fe en encontrar a Lucas con vida. Herido, pero con vida” recordó. 

“Todo era un desastre generalizado. Nosotros nos separamos, con mis hijos y nos volvimos a reencontrar a las dos y media de la tarde en Informática, que estaba instalada en Uriburu y Junín”.

“Lo que más rescato, de todos mis tropezones de la vida, fueron ustedes, el pueblo argentino colaborando abiertamente de lo que era el desastre que pasó ahí en Cromañón. Yo no tenía un mango y los choferes del colectivo me decían subite papá, subite. Y no me conocían. Estábamos todos hermanados en esa situación durísima”.

Hoy, a cumplirse 20 años de la peor masacre, no natural y evitable, si hubiesen estado trabajando como corresponde, esto se tendría que haber evitado.

“Pero la corrupción destapó una olla podrida. La justicia no actúa como tiene que actuar. Como ha sucedido con el sobreseimiento de Aníbal Ibarra, un cadáver político como lo tildó mi querida compañera Mariana Márquez, la madraza de Liz”.

Liz Olivera Márquez, fue otra víctima de Cromañón. A dos meses de la tragedia, durante el juicio político de Anibal Ibarra, su madre Mariana le gritó al aquel entonces jefe de gobierno: “Mirame a los ojos; yo soy una madre y esta es mi hija de 17 años. Mi hija es un cadáver, pero vos sos un cadáver político”.

LA PEOR NOTICIA

Pero el momento más terrible para José, su hermano sobreviviente, el resto de su familia y amigos llegó el 31 de diciembre. 

“Cuando me reencuentro con mis hijos a las dos y media de la tarde, me acerqué a informática de la calle Junín y Uriburu, donde tenía que anotarme para que me den información de Lucas”.

“Al ver que Lucas no aparecía, se fueron acercando los amigos, vecinos y compañeros del colegio secundario. Era una banda más o menos de 50 personas a acompañarnos a nosotros. Eso me queda marcado en el corazón. Que en un momento tan difícil, hayamos tenido todo ese apoyo de todos ustedes, fue muy adorable”. 

Pasaron 20 años, pero un momento tan terrible para un padre no se olvida más. Y ese momento llegó cuando por los altoparlantes, se escuchó: “que se presente en la oficina el papá de Lucas Guzmán”.

En ese preciso momento, le informaron que su hijo de 18 años, estaba en la morgue de Chacarita. Con un profundo dolor, que sólo un padre que pierde a un hijo puede sentir, José continuó: “Ahí me derrumbé, mis hijos y los amigos también”.

“Por eso hoy sigo luchando por muchos Lucas y por muchas Liz, la mejor amiga de él, que los bomberos los encontraron abrazados en Cromañón. Fue terrible”.

JUSTICIA

“La gran verdad sobre Cromañón, fue que nos hacían poner en contra a la población, que los pibes eran de determinada manera, que había guarderías y fue todo una mentira por parte del gobierno de ese entonces, para salvar el pellejo de Aníbal Ibarra”.

“Aníbal Ibarra fue destituido por nosotros, por el pueblo, porque nadie se quedó a permitir que un sangriento personaje como Videla tenga que estar ocupando un cargo público. Por eso con Ibarra hicimos lo mismo”.

“Yo quisiera hacer una recomendación a las nuevas generaciones, que no se dejen atrapar con una cámara de gas como fue en Cromañón. Ahí terminó el futuro de Lucas y de más de 200 chicos, porque hay chicos que no figuran en la lista de víctimas. Pase lo que pase en Argentina, Argentina es República de Cromañón y es impunidad”.

Hoy, José tiene 66 años y se considera un luchador desde su juventud. Sin embargo, aseguró que luego de perder a Lucas, su vida y su familia nunca más volvió a ser igual. 

“Quisiera que ningún otro padre ande levantando una pancarta con la foto de su hijo, reclamando justicia. ¡Es tremendo!”.

Por último, convocó para el próximo 30 de diciembre, a aquellos que quieran acercarse al Santuario de Once, para homenajear a las víctimas y seguir “dando batallas” afirmó. Con un mensaje final, José Guzmán exclamó que “las luchas no se abandonan, las luchas hay que continuarlas. Se lo debemos a todos los que hoy no están”. 

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